Leo

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viernes, 27 de febrero de 2015

“El tenis no es todo”


La estabilidad emocional y la tranquilidad mental es primordial en la carrera de un tenista. Encontrar el equilibrio fuera de la cancha puede llegar a ser el elemento que faltaba para llegar aún más lejos. Leonardo Mayer puede dar fe.

En el último tiempo, el correntino de 27 años entendió que en la vida no todo es tenis. Dejó de dramatizar y así llegó la madurez que le permitió dar el salto. A pesar de la derrota en octavos de final del Argentina Open, frente a Juan Mónaco, Mayer tiene las ideas claras. La plenitud no sólo es tenística, también está en su cabeza.

Abandonar su pacífica Corrientes para pasar a la estruendosa Buenos Aires. De la tranquilidad al bullicio, al "quilombo"; cambios necesarios en un tenista del Interior, pero que muchas veces necesita un largo tiempo de adaptación.

“Eso me cambió un montón. Allá era otra cosa. Era otro ritmo de vida. Cuando llegué, me costó mucho acostumbrarme. Me llevó tres, cuatro años. Me gustaba más irme de gira que estar acá en Capital. Para ir a un lugar, tenés que hacer como una hora de viaje y es muchísimo para nosotros. Los correntinos tenemos otro tipo de tiempos. Por eso era muy difícil", dice Mayer.

"Todos los autos que hay por todos lados. No se puede andar. Tenés que ir con mucho tiempo, con mucha cabeza para ir a cualquier lado. Ahora ya me acostumbré y soy un porteño más", agrega el actual 29° del ranking mundial.

A pesar del cambio de domicilio, los hábitos que lo trasladan a su esencia continúan siendo los mismos. Ir a navegar a Zárate, es el sitio elegido para pescar y sobre todo desconectarse. Encontrar la relajación necesaria para afrontar su carrera profesional.

"Lo hago mucho en la semana porque me cambia el humor y las ganas para entrenar. Es muy lindo. Lo mantengo y lo hago hace muchísimo tiempo, casi desde que estoy acá [en Buenos Aires]. Me encanta y tengo que ir a despuntar el vicio", comenta el Yacaré.

En la última temporada, el salto de calidad que dio Mayer es indiscutible. Primer título ATP en Hamburgo, superando a Ferrer en la final, estabilidad en sus performances en los Grand Slam y la posibilidad de luchar frente a los mejores, como lo hizo con Roger Federer en Shanghai, donde cayó luego de haber tenido cinco match points a su favor.

Además, otro de sus grandes cambios fue la fluidez que adquirió en la comunicación con la prensa. En otros tiempos, Leo lucía nervioso en las conferencias. Ahora, su expresividad es elocuente.

"Primero, me tomaba todo esto como que todo era muy enroscado, muy complicado. Empecé a decir 'bueno, no pasa nada, es una cosa más que tengo que hacer en mi trabajo'.

Y cuando jugaba pasaba lo mismo. Pensaba que 'es el último partido, hay que ganarlo porque después todo mal'. Y así no es. Logré entender eso, que no es así, que hay más vida, por eso creo que ahora estoy más tranquilo que antes. Si no se puede ganar, no se puede ganar. Me iré a pescar otro día más. Tengo una buena seguro", dice con humor Mayer, quien desde hace un tiempo trabaja con un psicólogo, el licenciado Juan José Grande.

Tanto el acostumbramiento al ritmo de Buenos Aires como su actual naturalidad con la prensa son parte de la madurez que alcanzó a los 27 años.  “Lo extra hace que uno juegue mejor porque no se lo toma como lo más importante del mundo, del día, o de la hora".

"También tenés otras cosas que hacer. Obviamente que uno juega y lo hace a full pero hay otras cosas que hacer. Entonces, creo que eso te ayuda muchísimo dentro de la cancha, a estar más tranquilo afuera que adentro”, manifiesta el argentino, quien liderará el equipo local de Copa Davis durante la serie frente a Brasil.

Un impedimento recurrente en la carrera de Mayer fueron las lesiones. Los constantes dolores en la espalda no le permitieron agarrar ritmo. Incluso, en alguna oportunidad, el correntino declaró que pensó en el retiro a causa de esas molestias.

“En mis primeros años tuve muchos problemas en la espalda. Era difícil asimilarlo porque todo el tiempo jugaba y tenía algo en la espalda. Cuando empezaba a jugar increíble, otra vez la espalda. Creo que eso también era algo de la cabeza”, recalca.

En la terapia psicológica, Mayer encontró la solución. Apenas con un concepto, el mesopotámico resume su avance. “Que el tenis no es todo”, lanza con seguridad.

“Que el tenis no es todo en la vida. Antes lo tomaba como que era la única oportunidad, el único partido que tenía y no es así. Hay más cosas que hacer. Es un trabajo. Es uno contra uno, donde el otro también te puede ganar. Es un partido de tenis y nada más. Es muy difícil jugar, entonces, si te matás vos no podés ganar nunca”, dice Mayer, quien quiere mantener el nivel del año pasado.

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